A lo largo de este curso el Aula de poesía Enrique Díez-Canedo ha permitido que los alumnos de Bachillerato de los centros participantes conozcan de cerca a cinco poetas. Generalmente nos desplazamos a Badajoz para escucharlos, pero es costumbre que uno por año nos visite en Puebla de la Calzada. En esta edición no tuvimos dudas para elegirlo. El 27 de marzo recibimos en el salón de actos del instituto al poeta Antonio Gómez. Es uno de los creadores más reconocidos de poesía experimental en España. Natural de Cuenca, lleva viviendo en Mérida desde 1977. Lo presentaron los alumnos de Literatura Universal. Apoyaron en imágenes un recorrido esencial por la biografía del autor y de su obra. Asistieron como público los alumnos de Bachillerato, que disfrutaron de esta ocasión única para acercarse al arte de vanguardia.
El creador trató de acercarse, incluso en sentido literal, al auditorio puesto que paseó entre los espectadores durante casi toda su intervención. La charla se basó en la proyección de una extensa muestra de sus “poemas visuales” y fotografías de sus “poemas objeto”, todos ellos sorprendentes. Aunque también ha escrito poesía discursiva, a la que estamos más acostumbrados en las aulas, su exposición pasó de largo por ella para comentar el abundante material que nos trajo de sus poemas experimentales.
Terminó presentando “poemas acción”, como su particular homenaje a Miguel Hernández, en cuya grabación el propio creador pasea con una zanahoria colgando delante su cara, ante la mirada asombrada de los transeúntes, para acabar arrancando la hortaliza y comiéndosela: la expresión del “burro y la zanahoria” plasmada en la puesta en escena real con el fin de reivindicar la rebeldía de desenmascarar el engaño al que nos somete una sociedad basada en el consumo.
Tal vez todo se quede en la recepción de su propuesta artística, como si fuera una más. Pero también es posible (y deseable) que unos cuantos jóvenes sigan la senda de Antonio Gómez y creen sus propios poemas visuales. Ya veremos...
A veces las palabras
nada significan.
Cada ausencia,
cada huella,
cada cicatriz,
son un poema.
A. GÓMEZ
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